Vine a la playa para
encontrarme,
buscando un nicho humedo y
estar donde estuvieron mis
antepasados, no los camellos moros,
ni los cientificos mayas, no los changos,
ni los peces, me refiero
a los de antes, a los trilobites
a los descerebrados.
Vine al mar para encontrarme,
para gritar, para saberme
vivo sin que nadie lo sepa,
que nadie me escuche, vine
a lavar, en secreto, mi
neurosis con agua de sal.
Vine a escupir penas y a cagarlas,
a abrir mas mi ojo
derecho, a llorar sangre si es
necesario, que nadie me busque,
que no estoy.
Nada de esto es nuevo para
mi, a respirar azufre
y purificar mis
pulmones.
Regreso al mar, de donde todos
venimos, solo con mi truza,
como dios no me trajo al mundo,
contranatura.
Camino en las olas, el
mar ya no se abre para mi,
por mucho que lo intente, hay
cosas que uno no puede
cambiar, no las suyas,
no las de otros,
no del mundo.
Vine a sentir el frio que se
mete en lo profundo
de los pocos poros que
me quedan abiertos.
Escribo esto sin lagrimas,
pero con sangre de conchas
rotas, en los pies.
Ahora todo tiene sentido,
al cabo que soy un
impulsivo a largo plazo.